La forma en que Armstrong, Aldrin y Collins fueron seleccionados para la misión, que hace medio siglo dio a Estados Unidos una ventaja en su carrera espacial con la entonces Unión Soviética (URSS), fue resultado de un complejo sistema de tripulaciones alternas.
Y las razones por las cuales fue Armstrong y no Aldrin quien salió primero por la escotilla del módulo Eagle y pisó el suelo selenita son variadas, según quién cuente la historia.
Durante el programa Apolo (1961-1972), la selección de la tripulación de cada misión correspondió a Deke Slayton, uno de los astronautas del programa Mercury, predecesor de Apolo, que diseñó un sistema de rotación por el que cada tripulación contaba con una de suplencia que pasaría a ser titular tres misiones más tarde.
La suerte y las rotaciones entre 29 astronautas entrenados para el programa Apolo colocaron en enero de 1969 a Armstrong, Aldrin y Collins en la misión destinada a descender sobre la Luna.
El equipo partió al espacio el 16 de julio de 1969 en un cohete, Saturno V, desde el Centro Kennedy, en el sur de Florida, y tres días después la cápsula Columbia se ubicó en la órbita lunar con el control a cargo de Collins.
El 20 de julio, el comandante Armstrong y el piloto del Eagle Aldrin desprendieron el módulo del Columbia, descendieron a la Luna y pasaron a la historia en unas imágenes borrosas en blanco y negro sin precedentes.
La orden de salida de Eagle había sido motivo de especulaciones desde enero y, en parte, se tomó como precedente el protocolo del programa Gemini, por el que el comandante permanecía dentro de la nave y el piloto hacía la excursión espacial.
Según una memoria escrita por Chris Kraft, director del Control de Misión, "Buzz Aldrin quería, desesperadamente, ese honor y no fue tímido al hacerlo saber".
En una entrevista hace cinco años, Aldrin, quien ahora tiene 89 años, dijo que "en todas las misiones previas si alguien de la tripulación debía salir de la cápsula, siempre fue la persona de menor rango, no el comandante espacial, quien permanecía dentro".
"Pero mucha gente optó por el gran simbolismo del comandante en expediciones pasadas al llegar a destino", añadió. "La decisión que se tomó fue absolutamente correcta".
"Yo creo que lo hubiera hecho de manera diferente. Pero yo no era el comandante sino el subordinado -recordó-, de manera que una vez que salimos yo seguí a mi líder".
La versión oficial de la NASA es un poco diferente y se apoya en razones técnicas: La agencia inicialmente había previsto que Aldrin fuese el primero en salir, pero la escotilla se abría en el lado de Armstrong.
"Para que Aldrin saliera primero hubiese sido necesario que un astronauta con un traje abultado y una mochila a la espalda pasara por encima del otro. Cuando se probó ese movimiento, causó daños dentro del módulo lunar", explicó la agencia espacial.
Los tres astronautas hicieron Historia siendo aún jóvenes, Aldrin tenía 39 años y los otros dos 38, y tras su vuelta a la Tierra y una vez apagados los honores su vida continuó.
Armstrong dejó la NASA en 1971 y dio clases en el Departamento de Ingeniería Espacial de la Universidad de Cincinnati, además de participar en las comisiones que investigaron los accidentes de Apolo 13 y el transbordador Challenger.
Tuvo una larga carrera en el sector privado, y se benefició de los derechos de autor sobre su nombre, su imagen y la cita famosa de su primer paso en la Luna: "Un pequeño paso para un hombre, un enorme salto para la Humanidad". Falleció a los 82 años en 2012.
Aldrin también dejó la NASA en 1971, para ser comandante de la Escuela de pilotos de prueba de la Fuerza Aérea. Tras la muerte de su padre en 1974, pasó por un período de depresión, alcoholismo y un fallido intento de vender automóviles usados.
Tras recuperar la salud su carrera en el sector privado ha incluido la promoción de proyectos aeroespaciales y papeles en una veintena de películas y shows de televisión.
A sus 89 años y, según sus redes sociales, Aldrin lleva una vida intensa, aunque en su Twitter también hay espacio para los recuerdos de aquella gran hazaña.
"Todos hemos visto una Luna creciente, pero yo soy uno de los pocos que puede decir que ha visto una 'Tierra creciente'. Es una vista que nunca olvidaré", escribió recientemente en su cuenta.
Collins salió de la NASA en 1970, trabajó en el Departamento de Estado, fue director del Museo Nacional del Aire y el Espacio y tras cinco años como vicepresidente de la firma LTV Aerospace abrió su propia consultora aeroespacial.
Ahora, a los 88 años, la fortuna del único de los viajeros de Apolo 11 que no pisó la Luna se calcula en unos 100 millones de dólares, muy por encima a la que amasaron sus compañeros de viaje.
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