Una isla abandonada y rodeada de basura de nombre “La Esperanza” divide a los ríos Ozama e Isabela, unificando a la vez en las corrientes de sus aguas contaminación, hedor y pobreza.
Tan solo 47 minutos fueron suficientes para constatar la vulnerabilidad de los pobladores de al menos nueve barrios de esta capital dominicana, que su extensión territorial conectan hasta las riberas del Ozama, el cual desemboca todos sus derechos sólidos al mar Caribe.
Los ocupantes de las viviendas habitan en condiciones infrahumanas. Esta situación le tocó conocerla más de cerca el pasado domingo el presidente de la República, Luis Abinader, durante un recorrido que realizó para verificar el nivel de contaminación del río Ozama.
Otro de los objetivos del mandatario en su visita al río fue darse cuenta del peligro que corren las familias que residen a orillas del Ozama y las condiciones de las cañadas que desembocan en ese acuífero.
Sanear las aguas de los ríos Ozama e Isabela, acondicionar las cañadas, retirar los desechos sólidos de las orillas de ambos afluentes y reubicar las pequeñas casas de las márgenes, constituyen un reto tedioso que el presidente prometió cumplir.
Para verificar todas las precariedades y el desafío al que el presidente se enfrentará durante su mandato, periodistas de LISTÍN DIARIO junto con la Armada Dominicana realizaron el mismo recorrido por los nueve barrios que están en las orillas de ambos ríos.
Saliendo desde el puerto San Souci, en el lado derecho del Ozama, están situados los barrios denominados El Dique, Barrancones Abajo, Las Lilas y Los Tres Brazos, este último uno de los más grandes que ocupa las orillas del río.
Mientras que del lado izquierdo se vislumbra la marginalidad del barrio Simón Bolívar (uno de los más viejos en fundarse), luego están Las Cañitas, Gualey, Los Guandules y La Ciénaga.
Casas en la orilla
Como si fueran muelles, las casas que están construidas allí flotan sobre las aguas del Ozama y están sobre tablones que los dueños clavaron bajo el río para sostener sus viviendas.
Están construidas con pedazos de zinc y de maderas que van añadiendo poco a poco para completar un techo que los cubra al menos del sol y sereno cada día.
Los patios y la parte trasera de estas viviendas son las costas del afluente, donde lanzan todo lo que consideren basura generada en su hogar.
Muchos de los que allí viven permanecían asomados en las ventanas de las pequeñas habitaciones sin imaginar que podrían estar pensando, mientras se disponían a escuchar una música cristiana.
Algunos desempeñaban los quehaceres del hogar y otros cocinaban en la estrecha explanada de sus pisos, al tiempo que algunos se visualizaron lavando sus trates.
Un señor se disponía a tapar huecos y amarrar una madera con alambre. Por curiosidad se le cuestionó si estaban construyendo. El hombre vestía de negro y se le notaba que no quería hablar, pero no se quedó callado y respondió con ironía: “No ombe, arreglando”.
Los niños jugaban entre la basura y algunos más curiosos buscaban objetos en grandes huecos de las cañadas.
A pesar de la marginalidad en la que se encuentran las casas del sector Simón Bolívar, a los pobladores los caracterizan unos girasoles amarrillos que tienen dibujados en frente de sus paredes.
Este típico diseño en la parte frontal de sus casas les da un poco de vida a pesar de la oscura realidad que enfrentan.
Vertederos flotantes
Miles de botellas plásticas y heces fueron los contaminantes más recurrentes observados durante la navegación a bordo de una lancha ayer miércoles.
En ambas márgenes hay aproximadamente 77 vertederos improvisados donde se recolectan al menos 10 o 15 toneladas de basuras cada día.
Estos son intervenidos todos los días de 8:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde por brigadas especializadas de la Armada Dominicana, además del ayuntamiento y otras fundaciones que intervienen en la recogida de los desechos.
Lamentablemente las brigadas de la Armada, el ayuntamiento y algunas fundaciones no dan a basto para retirar toda la basura acumulada en los márgenes del río.
Algunas barrancas que se ven a lo lejos, por ejemplo en el barrio Simón Bolívar, están forradas de basura en vez de la vegetación.
Estas barrancas son sumamente altas y desde el inicio hasta el final que es el que conecta con el río Ozama, hay basura que arrojan los moradores del lugar.
Las aguas de esta principal fuente acuática son turbias y sobre ellas permanecen cientos de objetos que se estancan sobre las lilas que se expanden a lo largo de la orilla del río.
Cañadas son calles
Las calles de los barrios son las cañadas techadas que desembocan en el Ozama. Esta característica se puede notar a simple vista desde el medio del río porque se logra ver el hueco de cada una de ellas.
También las cañadas son aquellas que dividen los sectores y por ellas se identifican cada uno de ellos.
En cada desembocadura predomina un gran cúmulo de basura con todo tipo de objetos, desde maletas, plásticos, pañales hasta animales muertos.
MORADORES
Curiosidad.
Inmediatamente escuchaban la lancha, los niños y algunos adultos se acercaban a las márgenes del río para ver quiénes se avecinaban a sus hogares tan de cerca.
Alimentos.
Los adultos vociferaban cuestionando si les habían llevado comida o dinero.
Clamor.
Mientras que un grupo de menores de edad pero de grandes esperanzas se les escuchó decir a los lejos: “Sáquennos de aquí, sálvennos. No podemos estar aquí con esta agua sucia que sale del río”.
Proyecto.
La parte del río Ozama del proyecto Domingo Savio está en la ribera más representable. Para su realización fueron reubicadas decenas de familias.
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