El tribunal presidido por la magistrada Josefina Ubiera, acogió como válidas el paquete de pruebas documentales, testimoniales y físicas con las que el Ministerio Público demostró que aquel que el sacerdote “es un tipo despiadado que le arrancó la vida su monaguillo.
El párroco le quitó la vida al joven de 16 años de un martillazo y varias puñaladas, porque el occiso supuestamente lo chantajeaba con publicar las imágenes íntimas de las relaciones sexuales que tenían desde hacía tres años.
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